Leyendas y verdades
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Estas
comunidades indígenas operaron con una visión táctica elemental,
mientras los españoles, por su parte, dotados de armas modernas
(caballos, perros cebados, armaduras, arcabuces, espadas, lanzas e
indios aliados) apuntaron estratégicamente hacia las minas de oro y al
control de la mano de obra indígena. Observamos que la extrema violencia
de Guaicaipuro y sus guerreros Teques al asesinar a los sirvientes,
españoles y niños en las minas de oro en el campamento del no menos
cruel Rodríguez Suárez, expresaban en realidad una ferocidad impotente y
desorientada de un grupo minoritario de la población Caribe de Caracas.
Pues en realidad, los sectores tribales más importantes eran los
Toromaimas, Meregotos y Mariches, a los que Losada derrotó en cada
combate, apoyándose en sus recursos modernos y la colaboración de grupos
indígenas, guías y espías, que le permitieron operar con éxito, tanto
en la llamada “batalla de San Pedro” cuando desbarató a los Teques y
Tarmas en 1567, como también en el combate de “Maracapana” en 1568,
cuando derrotó el asalto indígena a Caracas, donde Guaicaipuro no se
presentó, dejando solos a sus vecinos tribales. Mientras que algunos
jefes, como Tiuna y Paramaconi, fueron los verdaderos héroes de aquel
momento final de la llamada resistencia indígena, así vemos que
Guaicaipuro ni siquiera es mencionado en las relaciones posteriores del
Gobernador Juan de Pimentel.
El ejército de Losada había salido del Tocuyo desde enero de 1567, y fue
aprovisionado en Valencia, contando con unos 20 hombres de caballería,
cincuenta arcabuceros y ochenta rodeleros (infantería de espada y lanza
con escudos), además con unos 800 indios y esclavos africanos de
servicio, 200 bestias de carga y gran cantidad de ganados. Para la
segunda mitad del año 1567 llegaron a Caracas, desde la Margarita apoyos
del capitán Juan de Salas, con bastimentos, quince soldados españoles y
cincuenta indios guaiqueríes, dándole fuerza adicional a la nueva
ciudad. Muchos de estos indios eran también guerreros y contribuyeron
militarmente a la conquista, como el caso del indio y criado del
conquistador Francisco Maldonado, quien liquidó al valiente Tiuna con
una flecha que le atravesó el corazón.
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Tristemente terminó así la llamada resistencia indígena, en la sumisión a la semiesclavitud de las Encomiendas, al costo de miles de muertes de indígenas, por las armas, el hambre y las enfermedades contagiosas
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En 1568 Losada ordenó a Francisco Infante y Sancho del Villar partir con
una columna de 80 hombres a capturar al Cacique Guaicaipuro, llegando a
su propio Bohío, en la aldea de Suruapo, gracias a la colaboración de
los guías indígenas. Ello nos revela que las tropas de Guaicaipuro
estaban ya desbaratadas desde la batalla de San Pedro en 1567, como
también es importante el hecho de que el predominio de gritos y lamentos
venían de mujeres y niños, que señalaba la posible escasez de hombres
de armas, que permitió la fácil entrada al recinto donde Guaicaipuro y
un grupo de guerreros se escondían.
Las evidencias documentales del sometimiento a encomienda del grupo tribal más cercano a Guaicaipuro, como nos lo demuestra la información que reposa en el Archivo General de Indias de Sevilla, la que pudimos leer personalmente junto al Profesor Guillermo Durand, en un expediente denominado: “Pleito seguido por Cristóbal de Cobos vecino de la ciudad de Santiago de León de Caracas contra Andrés González de la misma ciudad sobre la encomienda de indios de Guaicaipuro y sus anexos” de 1595. Tristemente terminó así la llamada resistencia indígena, en la sumisión a la semiesclavitud de las Encomiendas, al costo de miles de muertes de indígenas, por las armas, el hambre y las enfermedades contagiosas. Por todo ello, nuestra sociedad mestiza debe valorar históricamente por igual el aporte indígena, español y africano, que heredamos desde aquella violenta construcción inicial de Venezuela ocurrida hacen ya cinco siglos.
Las evidencias documentales del sometimiento a encomienda del grupo tribal más cercano a Guaicaipuro, como nos lo demuestra la información que reposa en el Archivo General de Indias de Sevilla, la que pudimos leer personalmente junto al Profesor Guillermo Durand, en un expediente denominado: “Pleito seguido por Cristóbal de Cobos vecino de la ciudad de Santiago de León de Caracas contra Andrés González de la misma ciudad sobre la encomienda de indios de Guaicaipuro y sus anexos” de 1595. Tristemente terminó así la llamada resistencia indígena, en la sumisión a la semiesclavitud de las Encomiendas, al costo de miles de muertes de indígenas, por las armas, el hambre y las enfermedades contagiosas. Por todo ello, nuestra sociedad mestiza debe valorar históricamente por igual el aporte indígena, español y africano, que heredamos desde aquella violenta construcción inicial de Venezuela ocurrida hacen ya cinco siglos.
(Tomado de: "Caracas y la resistencia indígena" por ALBERTO NAVA. En: El Universal (Digital), 23/02/2023 05:00 a.m.)
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